Hablé con mi hijo y ya todo pasó. La paz volvió a mi corazón, ya no tengo un fantasma caminando por los pasillos, despertándome por las noches. Ya no he soñado más con él de niño, de adolescente, de jovencito que no sabe cómo afrontar el odio.
No, ahora él es un hombre hecho y derecho que con 32 años me explicó muy sosegadamente lo mala madre que fui. (más…)
Anuncios